Una de ellas generó la perdida de la gobernación de la Provincia de Tierra del Fuego donde la gobernadora Rosana Bertone es vencida por Gustavo Melella (FORJA), que es una continuidad del Peronismo K y del apoyo a la fórmula Fernández – Fernández.
La otra es la de Omar Perotti en Santa Fe, que desplaza al Socialismo, lo que no se sabe es si el peronismo va a lograr desplazar también el narcotráfico que opera en la Provincia. Aquí la mediática Amalia Granata logró llegar en tercer lugar a Diputada.
En San Luis y Formosa, no hay victorias, hay continuismo de un sistema feudal impenetrable donde Gildo Insfrán y los Rodriguez Saá, hacen lo que quieren sin oposición alguna, aunque la UCR- CAMBIEMOS en San Luis haya avanzado un poco, no tiene mayor injerencia en el gobierno de una Provincia a cuyos habitantes no les interesa el cambio.
En Formosa sucede lo mismo, muchas prebendas, aprietes y empleo público llevan a Gildo Insfrán a un septimo mandato, malo para la democracia, los caudillos no son nada bueno, en Formosa impera la pobreza y la indigencia, en especial en las comunidades aborígenes y también el narcotráfico.
El mapa de Argentina, de a poco se va tiñiendo de color “K”, indicador de que nuestro país, de seguir el camino que va marcando el votante, va retrocediendo hacia un posible retorno a gobiernos populistas con pronunciados sesgos autoritarios, que nos van a poner en la cuerda floja ante un mundo exterior totalmente cambiante con sus ideas de un Estado androcéntricas, perimido en el tiempo.
Es como si no se hubiese aprendido nada, como si el sacrificio de estos años no sirvió. Es olvidarse de la corrupción estructural que hubo en el país y aún perdura en algunos sectores, es no importarnos la tragedia de once, los ferrocarriles chatarra comprados por el gobierno Kirchnerista, el barco con gas que nunca apareció, el tren bala a Rosario, la falta de rutas, el desarme de las Fuerzas Armadas, el basureo de las Fuerzas de Seguridad y sus bajos sueldos, las coimas en los planes sociales, la cantidad de políticos y jueces corruptos, la pobreza estructural que dejaron, tapándola al destruir el INDEC, el espionaje interno que hacían y tantas otras cuestiones que son largo de enumerar.
Tenemos un país con mayoría de pobres de pensamiento, de gente que quiere vivir sin trabajar, sin pagar impuestos, de la dádiva del Estado, una dádiva que a todos nos hunde en la pobreza, que arruina a las juventudes futuras, porque no hay producción genuina y se genera un cierre del circuito económico que termina mordiéndose la cola y cayendo en la “maquinita de imprimir billetes” y en las inflaciones escondidas bajo la alfombra.
En esa clase de país, el futuro asegurado lo tiene la clase política, judicial y dirigencial que termina siendo sostenida por una base social aplanada, que ni siquiera puede levantar cabeza y a la que se la conforma con palabras vacías y un choripán o con bombachitas enviadas por correo para que los voten.
Por una vez, tenemos que mirar al futuro, más allá del enojo con un corte de luz generalizado que aún no sabemos si fue un sabotaje. Hay síntomas de mejoría y avances en obras públicas, en términos de nuevas legislaciones, en lucha contra el narcotráfico y la corrupción, que no podemos tirar por la borda, si lo hacemos no tendremos mas retorno.