La contestación y preguntas que hace Milei a quienes trata de “Fundamentalistas”:
FUNDAMENTALISTAS DEL ATRASO CAMBIARIO UNA PREGUNTA Si Argentina tiene una presión fiscal formal agobiante, una infraestructura deficiente y mercados poco abiertos que dificultan la competencia, lo que nos hace caro en dólares ¿les parece justo pedir devaluación para licuar los salarios en dólares y así aumentar la pobreza?
Acaso ¿no sería mejor ir por reformas estructurales que nos permita ser competitivos sin castigar al salario real? ¿No les alcanza con casi 90 años de una receta inválida? Si no hay déficit fiscal, si no sube la base monetaria, si suben las reservas y no hay brecha ¿no estaremos ante un reacomodamiento de precios ante la distorsión del pasado? ¿Acaso ello no se manifestaría en precios altos en dólares?.
A su vez, entiendo que no les cabe el sistema de precios pero ¿no podría ser que ello sea un motor para una inversión que nos permita ganar competitividad? Se los dejo para pensar… PD: el cepo, el cepo, el cepo… ya les contaré del cepo también…
Análisis de las expresiones presidenciales:
Acorde su estilo confrontativo, trata de “fundamentalistas” a todo economista que va indicando por los medios de difusión masiva, que tenemos un dólar atrasado y es necesario una nueva devaluación para lograr competitividad y claramente ello no es así, se explica por la corta brecha que surge entre el dólar oficial y el del mercado Blue, lo que hace que este vaya perdiendo interés como inversión para capitalizarse y se estén produciendo más depósito a plazo fijo, los que permiten a los Bancos, junto a la baja de la tasa de interés, abrir el crédito hipotecario (el cual no deja de ser un riesgo a largo plazo).
Las reservas monetarias del BCRA siguen negativas, aunque también se acorta la salida hacía la acumulació de reservas positivas, medinate las compras diarias de la moneda norteamericana por parte del BCRA, calculando que con ayuda del FMI, se podrá liberar el cepo al dólar en unos seis meses e ir a un sistema bimonetario.
Mantiene su objetivo del déficit cero e indica que con el “libre mercado” los precios se van a ir reacomodando y se refuerza esta idea con la importación de alimentos que resultaran más baratos que los producidos en el país por empresas que son oligopólicas y no generan competencia entre si, por tanto el motor para invertir esta en la quita de impuestos o aranceles, como se efectuó recientemente sobre las importaciones de cubiertas, plásticos y electrodomésticos. En el caso del sector agropecuarios, se bajaron aranceles e impuestos a agroquímicos y fertilizantes.
Los salarios, en general todavía no le ganan a la inflación, menos aún las jubilaciones. Muy pocos sectores han tenido aumentos superiores a las inflaciones del último mes y continua la recesión cayendo la compra de alimentos y carnes rojas, lo cual obligo a algunas empresas de primera marca a bajar sus precios, aunque ello no es “desinflación” al no ser generalizado sobre toda la oferta del mercado, manteniéndose altos los precios de leche y lácteos en general, al existir un mercado cartelizado por dos empresas como lo son la Serenísima y Sarcor, algo que no debiera suceder en un país productor como la Argentina.
A medida que se prosiga con el achique del Estado, con la baja de impuestos y aranceles a la importación y exportación, se genere mayor valor agregado y se abra el Mercado a otros países y a la inversión productiva, la población Argentina en general, va a vivir mejor y se abrirán nuevos horizontes para los más jóvenes que se capaciten en las nuevas tecnologías o en los oficios que requieran las PYMES y otras empresas productivas.
Hasta el momento hay esperanzas de que se va a ver la luz al final del túnel, recorrerlo y llegar a ella será un camino tan dificultoso, como lo es la alegoría de la caverna en Platón. La oposición político ideológica que no representa los intereses de la mayoría, son las piedras en el camino que hay que sortear, como también los sindicalistas que se oponen a una reforma laboral más integral y a la quita de la cuota sindical obligatoria, con la cual se hicieron millonarios a costa de los trabajadores que dicen defender, cuando en realidad defienden sus propios intereses.