Oficialmente se dijo que el orígen de la protesta social fué el aumento del boleto de subte, sin embargo la cuestión tiene otros trasfondos y viene de larga data.
La economía chilena y su educación han sido tomados como ejemplo en algunos países Latinoamericanos, una por mantener un equilibrio en las cuentas fiscales o otra por su calidad educativa, sin embargo lo que no dijo nunca es que en Chile impera el liberalismo y que éste sistema aplicado con mayor fuerza que en Argentina, generó una enorme franja de excluidos del sistema económico y educativo, es decir una deuda social que el libre mercado no ha logrado a traves de los años reducir.
Las desigualdades sociales y la inequitativa distribución del ingreso, fue soportada por la población en el gobierno de Michele Bachelet que tenía un giro de izquierda socialista, aunque sufrió las protestas estudiantiles que buscaban cambiar el sistema educativo aún vigente en Chile, sin lograrlo, al ser reprimidos y no escuchadas sus propuestas, menos llevadas a cabo.
Las desigualdades sociales se dan entre una clase media alta, con buenos ingresos y una clase pobre con ingresos que en muchos casos apenas les alcanzan para su subsistencia, a su vez tienenpoco trabajo y mal pago, por lo tanto los que acumulan riquezas son las clases más pudientes y las empresas que tienen mano de obra barata.
En la franja estudiantil, la exclusión del sistema es la regla. La educación es arancelada, no como en Argentina que es gratuita, por tanto la desigualdad social se agranda y muchos pasan las fronteras para poder acceder a un titulo que le permita abrirse a nuevos horizontes.
Con el gobierno de Sebastián Piñera, todo se aceleró. A lo que sucede hoy en chile hay que agregar un partido de izquierda que cuenta con 20 diputados, una inmigración procedente de Venezuela y Perú que no ha sido controlada, donde han penetrado grupos de activistas y un sector poblacional, en especial el estudiantil que comenzaron con las protestas sociales, mientras otros grupos de activistas radicalizados quemaron en su casi totalidad la red de transporte público, edificios de diarios y casi 300 supermercados, generando la represión de los carabineros, con el agregado del ejército en las calles y los toques de queda, que llevaron al día de hoy a tener 18 fallecidos.
Si bien la protesta social es valida, ante lo que generan las políticas liberales aplicadas en chile, como en los mejores años de Carlos Meném, en Argentina, no hay comparación, porque aquí nunca se privatizó el servicio educativo estatal y allí si.
No puede ser aceptable el vandalismo generalizado a servicios públicos que finalmente deberán pagar todos los Chilenos, tampoco el intento de hacer caer un gobierno elegido en las urnas, como pretenden los activistas radicalizados, por tanto la respuesta del estado, seguirá siendo una represión que nadie desea y que genera muertes inútiles, que son reprochables y que no servirán para solucionar el problema de fondo.
Tampoco ayudan los políticos de otros países que en lugar de tratar de mediar y buscar el diálogo que lleve a la paz social, echan más leña al fuego tratando de hacerse ver como “democráticos” cuando en el fondo repudian a todo gobierno de derecha y al sistema liberal económico, aunque la izquierda tampoco ha logrado construir un futuro mejor para los habitantes de ningún país, ni siquiera implantado otras políticas económicas, vaya como ejemplo Bolivia y Venezuela y Cuba, con Evo Morales, Nicolás Maduro y Raúl Castro con su afán de generar el caos en Latinoamérica, como en las mejores épocas del foquismo cubano que resultó otro fracaso pseudo revolucionario.
No a la injerencia interna de los asuntos internos de Chile para hacer política barata, No a los grupos radicalizados que buscan la toma del poder, Si al diálogo social con el gobierno y basta de muertes inútiles que no solucionan el conflicto de fondo.