En línea con su columna de opinión en el Diario La Nación, Emilio Monzó pronunció su discurso de apertura de un nuevo Espacio Político, haciendo incapié en el dialogo serio y responsable para terminar con la grieta existente en Argentina. Si hubiese efectuado una rápida mirada retrospectiva sobre la historia que le dio origen, se daría cuenta que esta se remonta a la existencia misma del país y a las diferencias ideológicas de su población y sus líderes, que llevo muchas veces a rebeliones intestinas entre bandos, regando de sangre la tierra que hoy habitamos.
La Argentina, sintetizando, se formo a sangre y fuego y si bien hoy ese no es el camino que se toma, sino el del discurso adversativo, que surge de los mismos actores políticos porque les sirve para mantener enfrentados a distintos sectores sociales, según convenga a cada uno de ellos y sus posiciones ideológicas.
El mismo Monzó hace mención en su discurso a la soberbia y al sectarismo de quienes acompaño durante su cargo de Diputado y hacedor político y esto conlleva a la ruptura.
La autocrítica por si misma tiene valor si no se repiten los errores del pasado. El diálogo de sordos tampoco conlleva a nada, sin la participación efectiva del otro y la convergencia de intereses diversos en pos del bien común, no solo de la búsqueda de la satisfacción del interés personal.
La acción de Monzó conlleva una división del espacio político que lo contenía, de arriba hacia abajo, guste o no, debido a su necesidad de liderar un nuevo grupo político, con el que apunta a las legislativas de 2021 y luego a las presidenciales y gubernamentales de 2023.
A éste nuevo espacio al que aún hay que darle contenido, se han arrimado muchos sectores que necesitan una respuesta a la derrota inflingida por el Kirchenerismo/ Peronismo, validada por un sector mayoritario de la sociedad, a la que no se puede culpar de como voto, porque fue empujada por las circunstancias creadas por el gobierno de Mauricio Macri, que no supo escuchar y oír, menos generar políticas de cara a la sociedad, repitiendo los mismos errores del pasado y haciendo caer junto a él a quienes confiaron que lograría sus metas.
La soberbia de muchos funcionarios del gobierno nacional se fue trasladando a varios sectores que nunca generaron un dialogo de ida y vuelta, ni construyeron nada, solo buscaron ocupar un espacio que les garantizará vivir mejor por un tiempo.
La presentación de Monzó hoy ante unas 900 personas, varios diputados, funcionarios y concejales de diferentes distritos de la Tercera Sección Electoral, conllevará a la competencia necesaria en las legislativas de 2021 de dos o más listas internas o bien a un dialogo que no sea de sordos sino de consenso político para lograr la unidad primero en el propio espacio, una cuestión lejana de resolver.
Intentar ser quién busque cerrar las grietas entre espacios políticos que siempre se enfrentan dialéctica mente y electoralmente, es como pretender que una sociedad heterogénea, piense como una masa, sin conciencia de si mismos, es algo que quedará en un deseo, porqué ya la sociedad es lo que es, no lo que uno quiere que sea.
Las diferencias son las que nos permiten ser los que somos, de lo que se trata es de respetar esas diferencias y en la medida de lo posible darles lugar, como si fuese un equipo de trabajo profesional interdisciplinario, para generar mejores políticas de Estado, dónde se plasmen las cuestiones que determinen una sociedad con más Justicia Social, con un mejor desempeño y libre funcionamiento de las Instituciones que componen la figura del Estado Argentino.
Las mesas de diálogo político y la participación ciudadana son claves para llegar a consensos y comprender el disenso, sin ellos no hay construcción democrática, hay imposición y autoritarismo.