En todos los campos sociales venimos asistiendo desde hace un tiempo a una devaluación de la palabra, que se puede apreciar en casi todos los campos sociales, aunque en especial en el político quienes tambien van haciendo que se les pierda credibilidad.
En ambos casos, se produce un disvalor que termina en la depreciación de la persona del emisor, al cual se le comienza a perder la confianza inicial y su imágen poco a poco comienza a decaer en la sociedad que lo contiene y hasta en su propio entorno, transformandose en un impedimento para avanzar hacia adelante, máxime si se tiene un poder decisorio fundamental.
Las palabras incumplidas, se transforman en adversativas, se vuelven contra el emisor en respuestas inesperadas, cuando no se toma conciencia de los hechos que se producen en su entorno y de las espectativas que sus acciones pueden generar y estas acciones a su vez reflejan una realidad que antes estaba invisibilizada, agazapada, presta a mostrarse distinto a los que todos esperaban.
No hay sorpresas en el campo de los políticos, cada uno actua acorde sus propias conveniencias y ambiciones y se va alejando del ciudadano común, en la utopía de construcción de su propio destino, que a la vez es de futuro incierto.
Se miente permanentemente, para justificar acciones y se actua autoritariamente, cuando tras la figura del Estado sea Nacional, Provincial o Municipal, se trata de imponer a la sociedad toda, un nuevo ajuste que tiende solamente a cubrir los déficits del Estado, que generan los mismos políticos, bajo el amparo de “Leyes de Emergencia Económica”.
Estas imposiciones son el camino hacia un Estado Autoritario que busca la exacción “legal” del que mas tiene para darle al que menos tiene, al que nunca se preocupo de crecer o al que lo hizo pero no pudo porque los políticos de turno lo dejaron en la pobreza o en la miseria y ahora buscan aliviarlo exprimiendo la teta de la vaca, hasta que no de más leche, cuando esto suceda ¿que rumbo tomaran? .
Solidaridad Nacional, palabra devaluada por los políticos al no acompañar sus acciones con hechos bajandose las dietas un 30% que es el aumento a recibir y en algunos casos recibido, es fácil ser solidario con el dinero de otros y transformar el Estado en ladrón, en un Estado Autoritario, con una AFIP que actua como su brazo armado.
Contener precios y dólar por 180 días, es solo repetir las recetas económicas ya probadas, no hace mucho tiempo, todas terminaron mal y esta no parece que vaya a ser una excepción, viendo como hasta personas de poco poder adquisitivo recurren al mercado del dólar blue.
Dijo Alberto Fernández, “van a ser compensados los que hagan el mayor esfuerzo” aprovechando en su saludo para devaluar nuestro idioma con una frase inexistente en la lengua española, mal ejemplo para alguién que da clases de abogacía y no es un iletrado.
Promesa incumplible la realizada, no convence a nadie, no va a compensar el mayor esfuerzo, nunca lo hicieron, como tampoco lo hacen al apoyar al dictador Venezolano Nicolás Maduro, con declaraciones ambivalentes.
La devaluación de la palabra política, genera incertidumbre y desconfianza internacional en la Argentina, por ello no vienen al país las inversiones extranjeras necesarias para movilizar el aparato productivo. Las pocas que llegan ingresan por el Mercado Bursátil, en forma especulativa, toman ganancias y se van, en tanto el Estado Argentino para “poner dinero en los bolsillos”, imprime billetes, ampliando la base monetaria circulante, aún sin respaldo suficiente como para que el peso recupere valor y cambie el poder adquisitivo del salario, sin hacerlo en forma artificial.
La otra falacia son los “precios cuidados”, aumentaron todos los productos antes de ingresar a la lista entre un12% a un 16%, nadie controlo a los manufactureros o fabricantes, solo trataron con supermercadistas, a los que les llegaron las listas con los precios a aplicar y a los únicos que el estado les impone un tope de ganancias.
Con ello no se tiende a generar más trabajo en blanco, sino al reves y asi se afecta la recaudación que va a la Anses, que sigue siendo deficiente, pero que sirve para que el Estado nacional se apropie de fondos que no son propios para sostenerse. Vamos a una inflación de más del 42% en todo 2020 y a un atraso cambiario importante que nos va a quitar competitividad, pero a la vez cuando se llegue a liberar el cepo al dólar, las consecuencias la pagará nuevamente, los mismos a los que hoy se los obliga a “poner el hombro” o a “hacer el mayor esfuerzo”.