Boris Johnson, un primer Ministro genocida, que al no darle importancia al virus del Coronavirus y no tomar medidas para frenar la actividad económica y generar un aislamiento preventivo, bajo la falsa premisa de que el contagio generará anticuerpos para su defensa, hace que los mayores de 60 años, en su país terminen falleciendo, a causa más que nada de un Estado que no les da protección y de un primer ministro cuya mentalidad retrógrada los lleva a sabiendas a una muerte por ahogamiento.
Nadie, ni la reina de Inglaterra, con sus 93 años, ha ido en contra de estas acciones, solo se aislaron para protegerse ellos. Tampoco se expidió al respecto la Organización Mundial de la Salud y menos el Tribunal Penal Internacional de la Haya, como mínimo con una advertencia hacia los locos que actúan “no haciendo” ante una pandemia, poniendo en peligro a ciudadanos de otros países limítrofes. Uno, todo un Hitler en potencia que merece una condena mundial que no se produce, quizás por ser Ministro de un país del “primer mundo”.
Donald Trump, otro genocida en potencia, que no tomo medidas oportunas, dando a entender que los mayores de 60 años que fallecieran no importaban y recomendó dos medicamentos que se agotaron en las farmacias ante la desesperación de la gente de aferrarse a algo que no es efectivo, no cura ni alivia los síntomas del coronavirus y por el contrario puede generar afecciones más graves, una imprudencia total de parte de un presidente de una país dónde el servicio de salud en Nueva York estaría superado y un espacio territorial del “primer mundo” que espera un pico de más de 3.000 muertes.
Jair Bolsonaro, llego a Presidente igual que el de Estados Unidos, con mentiras, actuando alocadamente, con frases racistas y despreciables que nadie condena, menciona al virus pandémico como “una simple gripe”, no toma medidas y el mismo comienza su etapa de ampliación de contagios y fallecimientos, Brasil tiene la mayor pobreza mundial ubicada en las Favelas y hasta allí ya llego el Coronavirus.
Los gobernadores comenzaron a tomar medidas en contra de lo que piensa y hace Bolsonaro, tratan de protegerse y proteger sus distritos, aunque tardíamente.
Bolsonaro no es más que otro ser humano despreciable que actúa en forma similar a Boris Johnson, ambos dan cuenta de un total desprecio por la vida y en ninguno de los dos países se ha preparado el sistema de salud para atender a contagiados por la pandemia. Como se expreso un médico Brasileño “los pobres van a morir en la puerta de entrada de los hospitales”.
En Italia la pandemia sigue generando cientos de muertos diarios, más que nada por imprudencia y falta de cuidado de su propia población, mientras el papa Francisco reza a un Santo, que parece no escucharlo, cuando debiera dirigirse a toda Italia no para pedirle que rece, sino para pedirles que no sean inconcientes.
Solamente el ser humano en la tierra genera las pestes o las contaminaciones ambientales que lo matan, asi labra cada uno su propio destino y como en éstos casos en su camino al “más allá”, arrastra a otros.
Rezar no nos protegerá de un virus letal, nos protegerán las acciones preventivas solidarias y conjuntas. La fe más los recursos presupuestarios y técnicos, hay que ponerlos en los investigadores que siguen buscando una vacuna para evitar el contagio y una mayor cantidad de fallecimiento.
Es hora de darse cuenta que hay países dónde los desviados mentales -que no son locos- no deben gobernar nunca más.