La política del dejar hacer, dejar pasar, ha sido un continuo accionar que data del año 1930, primero porque convenía a un incipiente proceso industrializador que las mismas se formaran cercanas a diferentes industrias, grandes cadenas frigoríficas, zonas portuarias o barracones, donde la mano de obra era imprescindible. No por casualidad se genera en Argentina un movimiento migratorio interno y otro procedente de países limítrofes, especialmente Bolivia y Paraguay, nacionalidades que conformaron la llamada Villa 31, que se ubica detrás del viejo depósito del Correo Argentino, lugar donde años después asesinaron al Padre Mugica.
Todo comienza con un auge del Capitalismo Industrializador y aumenta en las etapas del Peronismo, donde se extienden a gran parte del país. Convenía a los dirigentes políticos un pueblo pobre e ignorante al cual fuera fácil manejar (lo expresa en sus escritos Juan D. Perón) y que pudiesen guiarlos para que los voten.
La dictadura militar del 76 en adelante, diezmo y casi desapareció a la Villa 31, inclusive usando topadoras. No lo lograron, recuperada la democracia con Alfonsín, las Villas tomaron nuevo impulso, ya sería imparable.
Bajo varios gobiernos se hizo la “vista gorda” y bajo la premisa de que tenían derechos se los dejo sin presencia estatal ni control migratorio alguno, la 31 como la 11.14, la de Avellaneda, La Azul hoy con más de 50 contagios de COVID-10, la Itatí que cuenta con 4.500 habitantes, son muestra de como los gobernantes miraron siempre a otro lado. Solo en el conurbano bonaerense existen algo mas de 2.000 Villas y asentamientos ilegales, conformados por nacionales Bolivianos, Paraguayos y algunos migrantes pobres de provincias Argentinas, a los que se agregan varios locales al ver la facilidad de tomar tierras y quedarse con ellas a lo largo de los años.
Se han hecho planes de todo tipo como la venta de las tierras de la Villa 31 y la relocalización de las familias en casas construidas por el Estado -no se logro-; en la Provincia de Buenos Aires se sigue intentando urbanizar los barrios ilegales y darles un viso de legalidad, de las Villas ni se habla, existen solo cuando se requiere el voto o aparecen en la agenda política como en éste caso del COVID-19.
La única forma de evitar la anarquía que reina en el interior de las Villas, el crecimiento de la delincuencia, de la venta de drogas y del avance de esta pandemia, es relocalizando a sus ocupantes, construyendo casas, urbanizando las villas y evitando la migración ilegal externa, promovida por los propios connacionales una vez que se asientan en territorio argentino.
El “Estado presente” debe surgir no solo en etapas de pandemias, sino antes, su labor debe ser preventiva, no represiva, constructiva de un futuro mejor para todos y no ser un instrumento utilizado para la captación de votos, porque estos vienen solos con una buena gestión de gobierno.
Lo contrario nos llevará a un país más desigual, dónde avanzará la delincuencia organizada, la corrupción estructural y el narcotráfico, por tanto hay que chicanear menos y gestionar mejor lo poco que se tiene, tratando de obtener los mayores resultados posibles, para eso fueron elegidos como gobierno y tienen una herramienta: la política, pensada como elemento de cambio social y no individual.