las recientes manifestaciones públicas efectuadas por el presidente Alberto Fernández, dan cuenta del desconocimiento que tiene de la historia de la Ciudad de Buenos Aires (hoY CABA), como creció y se fue desarrollando, los altos impuestos que pagan sus habitantes, la concentración del capital humano y empresarial que tiene, las inversiones públicas y privadas que hay en la mismas y la siguen haciendo crecer como un arbolito, al que riegan todos los días y sus frutos los reparten en obra pública y mayores servicios, al contrario de lo que hacen todas las demás provincias.
De ella y sus tributos vive también el Estado Nacional, no vive de los Capitanich o los Gildo Insfran, señores feudales enriquecidos a costa del empobrecimiento de sus pueblos y la muerte de los originarios en Chaco, Misiones, Formosa, a los que no les llega ni un solo servicio.
Acompañar a esos tipos y tratarlos como sus mejores amigos es tapar lo que cada de uno de ellos ha hecho durante años en sus provincias y es hartamente conocido. A ellos se le puede agregar un ejemplo del Sur Argentino, donde se mantiene una estructura corrupta y es el de la provincia gobernada por Alicia Kirchner, quién ha recibido cuantiosos fondos de la Nación y no ha solucionado los problemas de fondo de su provincia.
Fernández quiere dar cuenta de una realidad que él no vive, si no disfruta la CABA, es simple puede cambiar el asiento del gobierno Federal a otra parte como lo iba a hacer Raúl Alfonsín y se le frustró, de esa forma quizás, solo quizás, varié la forma de desarrollo de otras provincias. En la Argentina -no potencia por culpa de los gobernantes de turno- sin ninguna duda tiene para elegir e irse incluso a vivir a otro lugar que le agrade y lo conforme, claro que tiene que haber igualdad y Justicia Social y esto no existe en ninguna parte de la República.
Si le duele tanto, la desigualdad como lo expresa, puede donar parte de su sueldo, declarar sus bienes y sus ex-clientes antes de asumir el cargo, y cambiar las leyes fijando sueldo igualitarios y justos para todos los funcionarios públicos, pero no hace nada de eso, es negacionista, porque esconde sus verdaderos intereses.
Sus dichos no tienen retorno y apuntan a quitarle a la CABA parte de los impuestos coparticipables que le corresponden
“Amo la Ciudad de Buenos Aires… Pero no disfruto cuando pienso en lo desigual que es al resto del país. Cuando pienso que acá el ingreso per cápita es igual al de las ciudades más ricas de Europa y en el interior el ingreso se parece al de los lugares más pobres del mundo. Ahí dejo de disfrutar Buenos Aires y empieza a dolerme. Porque me duele la desigualdad”, “Ojalá la Argentina estuviera llena de Buenos Aires, pero no es esto lo que hemos hecho”, concluyó.
Días atrás, el jefe de Estado había señalado que “es hora de que Buenos Aires le dé al país todo lo que recibió para hacer un país sin desigualdades y desequilibrios”.
“Esa maravillosa ciudad que es Buenos Aires es al mismo tiempo una ciudad que nos llena de culpa, de verla tan opulenta, tan desigual y tan injusta con el resto del país”.