
Por: Mgter, Jorge A. De Gioia
Los políticos que ejercen el poder del Estado, parecen olvidar a esta altura de la pandemia que deben mantener las decisiones iniciales tendientes a cuidar la salud de todos los habitantes del suelo argentino y no mirarse su propio ombligo en base a mezquinos intereses político -partidarios que hacen al interés particular de cada uno de ellos y no me refiero únicamente al oficialismo en el poder sino también a todos aquellos que integran las fuerzas opositoras mayoritarias, cuyos intereses encuentran un vértice común que es: ganar a toda costa las elecciones legislativas 2021.
El Gobierno Nacional y el Provincial siempre se expresaron en contra de la presencialidad escolar, en tanto el de C.AB.A. representado por Larreta hacia lo contrario, judicializando el tema y logrando un fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, claro que el fallo cada uno lo interpreta a su manera, claramente el mismo se relaciono con la autonomía decisional de la Ciudad Autonoma de Buenos Aires, la que no podía avasallar por Decreto el PEN, ni tampoco lo puede hacer por Ley, a la cual la CABA y otras Provincias debían adherir, si se aprobaba en las legislaturas, lo cual no sucedió y no hay por tanto “superpoderes”.
Tampoco hay sentido común. Mientras la mayoría de los infectólogos indican que es un error la presencialidad en los colegios, aún con un sistema de burbujas, otros apoyan lo contrario.
El enfrentamiento político, los lleva a dejar de lado el cuidado de la salud pública dónde todavía el nivel de vacunación no es suficiente para lograr la inmunidad comunitaria y evitar el contagio con consecuencias severas, internación en terapia intensiva y la poca probabilidad de salir vivos de ella, dado que no hay tratamiento seguro para salvar vidas, más que oxigenar los pulmones y utilizar algunos antibióticos. Menos aún cuando las camas de T.I. están saturadas y los médicos como otro personal de salud, se encuentran en el límite de su resistencia física y psíquica.
Este enfrentamiento político, que también llega a docentes, gremios y familiares de los alumnos/as converge en un acuerdo implícito que es abrir los colegios y dar clases presenciales aunque fuese parcialmente en CABA y Provincia de Buenos Aires, donde ambos gobiernos indican que esta descendiendo la curva de contagios.
¿Descendiendo o haciéndola descender, jugando políticamente con las estadísticas?. pregunto esto porque la cantidad de fallecidos no baja, cada vez son más y de menor edad. Lo mismo sucede con las camas de T.I. ocupadas cada vez por mayor tiempo por personas más jóvenes, y ni hablar de algunas provincias donde ya se elige a quién darle oxigeno, es decir crudamente, se elige quién vive y quién no.
Dicen que las encuestas les dan mal al oficialismo y eso motivaría el cambio, entonces vale preguntarse ¿no es obligación de los Ejecutivos cuidar la salud humana y poner por delante la priorización de la vida antes que los apetitos electorales? ¿o el presidente y el gobernador ahora se desdicen de lo que defendían a rajatabla?.
Las encuestas son solo una aproximación a la realidad, no la realidad misma, ninguna es certera ciento por ciento, no hay que guiarse tanto por ellas, solo sirven para modificar algún rumbo, pero no el de una presencialidad que va a aumentar los contagios y poner en riesgo de muerte a personas que aun no alcanzaron la vacunación necesaria.
El problema de la caída de la imagen presidencial y el arrastre de otros candidatos, claramente se debe a la pésima negociación para lograr traer vacunas al país, a las demoras en vacunar y al mal manejo de la economía en el cierre más largo decretado por causas de la pandemia, sin lograrse el resultado esperado, agregándose a todo lo mencionado el deterioro de la figura presidencial a causa de fallidos y erróneos conceptos volcados en sus discursos que aún hoy siguen siendo motivo de burlas en la redes sociales y diarios de casi todo el mundo.
Un presidente sin base político – electoral propia, es un presidente débil y sin poder, por tanto debería intentar construirlo de la nada, comenzando por no pedir que juzgue sus dichos quién depende de él; no victimizarse; terminar de ver el pasado y apuntar al futuro, al mañana inmediato; hablar menos para no equivocarse; buscar rehacer las relaciones internacionales amistosas y dejar de lado las controversias con diferentes gobiernos que nos perjudican a todos y reconocer que Argentina necesita la ayuda del mundo y de todos los que producen internamente, caso contrario vamos a estancarnos en un camino barroso, del cual no podremos solos salir fácilmente.